Paraguas coloridos encima de una calle en Puerto Rico.
Foto de Tatiana Rodríguez en Unsplash
Estimada interrupción: un instrumento de Dios para lanzarme a hacer las cosas de manera diferente y para hacerme más fuerte para el camino que tengo por delante
August 30, 2023
Nota del editor: Lo siguiente son dos ponencias del almuerzo de ABHMS en la Cumbre Bienal de Misión de ABC que se celebró del 23 al 25 de junio de 2023, en San Juan, Puerto Rico. El programa “¡Testifica! Estimada Interrupción…”, transmitió el poder de testificar como un medio para lograr la elevación espiritual y emocional durante períodos difíciles de turbulencia social. Ha sido ligeramente editado para su publicación.
Estimada Interrupción,
Luego de haberte conocido las palabras del apóstol Pablo en 2 Corintios 4 adquiere para mí más sentido que nunca. Esto, porque por ti pude valorar aún más el tesoro que Dios me ha permitido tener con el ministerio, y también porque por ti pude comprender mejor el material del cual estoy hecho: barro.
¡Como olvidar cuando llegaste el 15 de marzo de 2020! Ese domingo al final del culto reuní a la congregación para informarles acerca del cierre ordenado por el gobierno. ¿Cuánto tiempo duraría ese cierre? No lo sabíamos, pero mi esperanza y la de la congregación era que sería corto, pues no nos imaginábamos adorar separados. ¡Teníamos un alto sentido de comunidad! En aquel momento les hacía saber que utilizaríamos todos los medios a nuestro alcance para mantenernos conectados. ¡No sabía lo que decía, pues apenas transmitíamos por Facebook Live!
Recuerdo que meses antes Puerto Rico enfrentó un terremoto y fuertes temblores que afectaron principalmente el área sur de la Isla. Como parte de los esfuerzos de ayuda, llevé al área sur a una hermana en la fe procedente de Chicago, quien distribuyó ayuda a múltiples familias e iglesias. Ella tenía un trípode para su celular y al despedirnos me dice: “pastor quédese con esto, regresaré a Chicago con lo mínimo”. Ni ella, ni yo sabíamos que ese pequeño detalle se convertiría en el púlpito (podio) que utilizaría por mucho tiempo.
El lunes 16 de marzo, un día después de la reunión con la congregación, sería nuestro primer culto de oración virtual. No hubo tiempo para preparar un área o para tener un background. Hicimos la que sería nuestro primer live de oración –simplemente desde el comedor de nuestro hogar con el celular y el trípode que hace unos meses nos habían regalado. Ese fue el empujón para sacarnos del nido y obligarnos hacer las cosas de manera distinta en todo nuestro quehacer de iglesia. Comenzamos a hacer la búsqueda de distintas aplicaciones para grabar, editar y subir a las redes sociales. ¡Hasta toda una campaña de Semana Santa! Personalmente, ese salto al vació fue una ayuda extraordinaria para una serie de seminarios a distancia con médicos, psicólogos, contables y teólogos que tendría que trabajar como parte de un curso doctoral. ¡A la verdad que no lo hubiera imaginado!
Estimada interrupción, luego de las innovaciones, tras tu llegada también llegaron las tensiones. Con ciertos límites, ya se podían reabrir los templos. Como pastor me convertí en mediador para lograr un consenso adecuado para una reapertura. Algunos hermanos creían que debíamos abrir el templo de manera inmediata, otros que era muy pronto y otros enérgicamente afirmaban que nunca debimos haber cerrado. En medio de esto, llegamos a un acuerdo y el domingo 5 de julio las puertas del templo se volvieron abrir, pero ahí comenzó otro proceso inimaginable. Pareciera que la alegría y la frustración se abrazaban ya que por fin nos veíamos, pero nos separaban los protocolos y las medidas de seguridad. Permanecer a la distancia fue difícil para todos. Así que, como las autoridades médicas indicaban que las experiencias al aire libre eran menos riesgosas, decidimos salir del templo nuevamente, pero ahora al estacionamiento. Hicimos algunos ajustes en los horarios hasta que por fin identificamos la hora más adecuada. Ciertamente, esta fue otra experiencia innovadora, hacíamos a la comunidad parte del culto. Aunque continuamos guardando distancia, ya todos nos podíamos ver, saludar y adorar juntos.
Pablo apostaba por la renovación interior, aquella que inicia con un encuentro con Dios y que obra día a día en nosotros. Esa también fue mi reflexión ver el obrar de Dios día tras día.
Ese regreso tuvo sus retos, algunos veían las medidas de seguridad como insuficientes, otros decían que era una exageración. En fin, fue un escenario complicado. La transmisión de las experiencias también trajo sus retos. Las cámaras captaban una mascarilla que se bajaba, un abrazo que no se evitó o alguien que no guardó la distancia requerida. Así comenzaron los comentarios negativos y las críticas sin conocer el contexto y que ignoraban los esfuerzos realizados por el liderato para el cuidado de la congregación. Honestamente, aunque llegaste con nuevas experiencias y nos obligaste a innovarnos, pienso que también trajiste tensiones, críticas dolorosas y cansancio emocional. No obstante, antes de finalizar el año 2020 “las aguas volvían a su nivel”, pudimos terminar el nuevo templo donde había más espacio y, por lo tanto, mayor sentido de seguridad.
Pareciera que todo terminaba, cuando apenas comenzaba. En enero 2021 al iniciar otra asignación pastoral pensé que el escenario al que me enfrentaría sería más amigable. ¡Nada más lejos de la verdad! La iglesia arrastraba una división interna producto de un largo cierre y tras su apertura, de una gran limitación de espacios en el templo. Como si fuera poco, las tensiones se habían exacerbado por la eliminación de todo tipo de programación y de reuniones de los grupos pequeños. Aquellas medidas fueron consideradas por un sector de la iglesia como un control o secuestro absoluto de la vida de la iglesia. Como si fuera poco, sentí el peso de las expectativas de todos, pues esperaban que el nuevo pastor aprobara o desaprobara lo realizado –sin imaginar que mi misión entre ellos era una de mediación y reconciliación.
No fue fácil el cúmulo de esos dos años. Recuerdo que hubo quienes me dijeron: “¡Pastor, que primer año!”, y otros en nuestro primer culto tras dicho suceso muy afligidos me preguntaban: “¿Pastor usted va a renunciar?” En alguna forma, estas expresiones dejaban ver la preocupación de los hermanos hacia mí y hacia la iglesia. Sin embargo, sin que nadie lo supiera esa experiencia, sumada a las tensiones que provocó tu llegada, me hicieron caer en una depresión. Como me sentía derribado no busqué ayuda en la denominación. Sabía que no estaba bien, hasta que un día mi hija Victoria me dijo llorando: “¿Papá que te pasa, te veo muy triste?” Ese comentario fue el impulso para reconocer que necesitaba ayuda. Dios no dejaría que estuviera destruido, aunque yo estuviera encerrado en mí. El terapeuta que me atendió, un pastor mentor y mi familia fueron el equipo divino para comenzar a superar esta experiencia. Luego lo supieron algunos amigos cercanos y con esta carta es la primera vez que lo comunico fuera de ese círculo.
Finalmente, en esa misma carta y capítulo el apóstol Pablo (2 Cor. 4:16-18) reflexiona sobre el dolor y las acciones que él y otros creyentes han soportado por causa del evangelio. Para ellos rendirse sería una decisión fácil, pero sería la peor opción. Pablo demostró que la resistencia a la dificultad es fruto del poder de Dios en la vida del creyente. Es por lo que “No se desanimaba”, y demostró su capacidad de resistencia en el Espíritu.
Antes de rendirse, Pablo apostaba por la renovación interior, aquella que inicia con un encuentro con Dios y que obra día a día en nosotros. Esa también fue mi reflexión ver el obrar de Dios día tras día. Aún estoy en el proceso, claro que sí, pero animado y fortalecido en el Espíritu de Dios.
Estimada interrupción, gracias porque fuiste instrumento de Dios, no solo para lanzarme hacer las cosas diferentes, sino, para hacerme más fuerte para el camino que queda por delante.
El Rev. Alberto J. Díaz Rivera es el pastor general de la Primera Iglesia Bautista de Caguas, Puerto Rico, donde colabora con el Colegio Bautista de Caguas y la Corporación Milagros del Amor. Ha servido a las Iglesias Bautistas de Puerto Rico como secretario de la junta y vicepresidente.
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